A propósito de la deserción de César Prieto
A propósito de
la deserción de César Prieto
Roberto M. Yepe
A nadie debería sorprender que un pelotero acaricie el
sueño de jugar y triunfar en las Grandes Ligas, al igual que cualquier
futbolista puede soñar con jugar en las ligas de Inglaterra, España, Alemania o
Italia. Se trata de una aspiración perfectamente natural e irreprochable.
La política del gobierno de los Estados Unidos contra
el pueblo de Cuba hace imposible que un pelotero cubano pueda intentar cumplir
ese sueño de la misma manera que pudiera hacerlo un pelotero de cualquier otro
país, mediante los mecanismos legales y contractuales que permitan a cada parte
involucrada (deportistas y federaciones deportivas de los países implicados)
proteger sus legítimos intereses. Durante décadas, esta situación ha permitido
a traficantes de deportistas y a las Grandes
Ligas beneficiarse de numerosos atletas cubanos, formados durante años en
su país de origen, sin tener que realizar la correspondiente contraprestación,
compensación o indemnización económica a la Federación Cubana de Béisbol. Ante tal
robo flagrante de talento deportivo, debería esperarse que el Instituto Nacional de Deportes, Educación
Física y Recreación (INDER) esté llevando un pormenorizado inventario
histórico en todas las disciplinas deportivas, con la correspondiente
valoración económica actualizada de las compensaciones debidas a las federaciones
deportivas cubanas, la cual podría ser muy útil el día que el gobierno de los
Estados Unidos decida volver a un diálogo civilizado con su contraparte cubana.
Por otra parte, si bien el deseo de un pelotero de
jugar en las Grandes Ligas es irreprochable, la decisión de un deportista de abandonar
un equipo aprovechando la realización de un compromiso internacional, dejando en
situación comprometida a sus compañeros y decepcionando a todo un pueblo
expectante de los resultados de su equipo nacional, sí resulta totalmente
censurable desde un punto de vista ético.
Sin embargo, en este comentario me interesa subrayar la
dimensión económica de la cuestión. La actividad deportiva en Cuba, en última
instancia, es financiada por cada uno de los ciudadanos cubanos que, de manera
directa o indirecta, aportamos económicamente al Estado. Por tanto, los
ciudadanos cubanos tienen todo el derecho a exigir y recibir la contraprestación
correspondiente al financiamiento de la actividad deportiva en Cuba, que no es
otra que el deber de los atletas de representar con dedicación, profesionalidad
y dignidad a los equipos locales y las selecciones nacionales. Para su preparación en la
selección nacional de béisbol y para poder llegar a Florida, César Prieto fue totalmente
financiado por los ciudadanos cubanos, a fin de cubrir sus gastos de salario, alimentación,
alojamiento, transporte, atención médica, trámites de visado, pasaje de avión,
entre otros posibles. Ante su decisión de desertar,
cabría preguntarse quién indemnizará a los ciudadanos cubanos por el daño
económico causado. En la situación actual de Cuba (pandemia, bloqueo económico
recrudecido, escasez generalizada y profunda crisis económica), debe tenerse
muy presente que los gastos destinados a la preparación de los deportistas
cubanos tienen que ser necesariamente restados a los recursos disponibles para la
atención médica de los enfermos y convalecientes de la Covid-19, la
alimentación de los niños cubanos y la atención a nuestros ancianos, por solo
mencionar tres ejemplos.
No siento la más mínima animadversión personal contra
César Prieto, ni siquiera ahora que ha decidido cargar el pesado estigma de la
deserción por el resto de su vida. Desde hace mucho tiempo he admirado su
extraordinario talento deportivo y, de hecho, desde hace un par de años he
estado esperando que buscara la manera de enrumbarse hacia las Grandes Ligas.
Solo hubiera deseado que lo hubiese hecho con dignidad y valentía, liberándose
previamente de sus compromisos con la Federación Cubana de Béisbol. No
obstante, comprendo que en los tiempos que corren quizás eso es mucho pedir y que, en última instancia,
su deserción es solo uno de los tantos efectos sistémicos de la criminal
política del gobierno de los Estados Unidos contra el pueblo cubano.
La permanencia y el recrudecimiento de dicha política
plantean la necesidad de que el Estado cubano, aprovechando el actual proceso
de reformas jurídicas, establezca mecanismos contractuales y legales más
efectivos y sofisticados para proteger los derechos económicos de los
ciudadanos frente a los daños causados por las deserciones deportivas. Si multiplicamos
el caso de César Prieto por todas las deserciones ocurridas históricamente en
equipos nacionales en todas las disciplinas deportivas, podría constatarse el
considerable daño económico causado al pueblo cubano por el robo de talentos
deportivos. Aunque no soy experto en la materia, me pregunto si las propiedades
de todo tipo que hubieran podido dejar en Cuba los desertores deportivos no
podrían ser embargables, confiscables o utilizables de alguna forma para resarcir
el daño económico causado al pueblo cubano. Por otra parte, deberían
establecerse los correspondientes mecanismos administrativos y legales para que
los desertores deportivos, si algún día deciden visitar o retornar al país,
tengan que asumir la correspondiente responsabilidad civil e indemnizar al
pueblo por los daños económicos causados.
Obviamente, la aplicación de mecanismos de esta
naturaleza no tendría que limitarse a los desertores deportivos, sino que debería
extenderse a todos los ámbitos profesionales.
https://arboledayepe.blogspot.com/2021/05/a-proposito-de-la-desercion-de-cesar.html
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