Desde mi Arboleda

Hace algunos días, la emisión vespertina del Noticiero Nacional de Radio dedicó una información a la actriz “carioca” Sonia Braga. Lamentablemente, es un error frecuente atribuirle el adjetivo gentilicio “carioca” a cualquier persona natural de Brasil, en lugar de aplicarlo exclusivamente a los naturales de la ciudad de Rio de Janeiro, como debe ser. De esta manera, los cariocas representan aproximadamente solo el 3% de la población brasileña. Los naturales del Estado de Rio de Janeiro, que incluye a la ciudad del mismo nombre, son “fluminenses”. Es decir, un carioca es, también, un fluminense. Pero un fluminense no es, necesariamente, un carioca. Sonia Braga nació en Maringá, municipio brasileño del estado de Paraná, de ahí que sea maringaense y paranaense, y no carioca. Ello no le impidió, sin embargo, ser una de las protagonistas de la serie televisiva “As cariocas”, en 2010.

Unos datos preocupantes, tomados de la edición de Granma de hoy: “La máster en Ciencias Magaly Martínez señaló que en el 2015 ocurrió un incremento de la carga contaminante orgánica a nivel del país de un 2,3 %, mientras para las cuencas hidrográficas de interés nacional ese propio indicador experimentó un desfavorable crecimiento del 5,1 %, en comparación con el 2014.” (“Granma, sede del acto nacional. Día del medio ambiente”, Diario Granma, 18 de mayo de 2016, página 1). Esta información está colocada de pasada, en el último párrafo de un artículo con un titular muy poco interesante. Pero el asunto es tan serio, que debería motivar titulares en los medios de prensa nacionales y sería deseable que fuera objeto de un periodismo de investigación que profundice en sus causas, identifique las principales fuentes contaminantes y, sobre todo, informe sobre lo que las autoridades y organismos competentes están haciendo o están pensando hacer para revertir estos procesos de contamin

El sábado 16 de abril, al concluir la transmisión del Congreso del PCC, el canal Cubavisión de la Televisión Cubana reservó su espacio estelar cinematográfico para pasar el largometraje español Combustión (2013), una burda versión de la norteamericana Fast & Furious (Rápidos y Furiosos). Aunque en modo alguno me considero un purista de la materia, tengo la impresión de que se trata de una de las películas más inmorales que he visto en mucho tiempo, al ser su contenido, de principio a fin, una exaltación explícita al delito, la obtención fácil y rápida de dinero a cualquier precio, y la infidelidad más despreciable, encarnados en los personajes supuestamente positivos de la trama. Dicho sea de paso, cabe notar que, a pesar de ser una película española, su banda sonora solo incluye canciones (muy buenas, es verdad) en idioma inglés. Difícilmente consigo completar cualquier película en horario nocturno, pero confieso que con Combustión ni siquiera pestañeé. Su buen ritmo dr