Combustión de valores


El sábado 16 de abril, al concluir la transmisión del Congreso del PCC, el canal Cubavisión de la Televisión Cubana reservó su espacio estelar cinematográfico para pasar el largometraje español Combustión (2013), una burda versión de la norteamericana Fast & Furious (Rápidos y Furiosos). Aunque en modo alguno me considero un purista de la materia, tengo la impresión de que se trata de una de las películas más inmorales que he visto en mucho tiempo, al ser su contenido, de principio a fin, una exaltación explícita al delito, la obtención fácil y rápida de dinero a cualquier precio, y la infidelidad más despreciable, encarnados en los personajes supuestamente positivos de la trama. Dicho sea de paso, cabe notar que, a pesar de ser una película española, su banda sonora solo incluye canciones (muy buenas, es verdad) en idioma inglés.
Difícilmente consigo completar cualquier película en horario nocturno, pero confieso que con Combustión ni siquiera pestañeé. Su buen ritmo dramatúrgico y los atributos físicos de la protagonista femenina deben haber contribuido a eso, pero lo decisivo seguramente fue el estupor ante tanta indecencia concentrada en aproximadamente 100 minutos y el deseo un tanto perverso de saber hasta dónde sus realizadores serían capaces de llegar por ese camino. En ese sentido, el final de la película (que aquí no pienso adelantar, como acostumbran a hacer algunos comentaristas cinematográficos) superó con creces mis peores previsiones.
Considero que, de manera general, la programación fílmica a de la Televisión Cubana suele ser abundante y predomina una buena calidad en su selección, con un evidente esfuerzo por tratar de diversificar los países de origen, algo bastante difícil de lograr en la actualidad ante la abrumadora superioridad (en términos de producción cuantitativa) de los Estados Unidos y un puñado de países asiáticos. En este sentido, el contenido cinematográfico de los canales televisivos cubanos es muy superior al que suele encontrarse en sus pares de señal abierta alrededor del mundo. Pero esta realidad no exime a sus programadores de la necesidad de mantener el rigor y el sentido de la responsabilidad en cuanto a la selección de los materiales a transmitir a nivel nacional.
No estoy abogando aquí por una cruzada moralista ni por que la programación fílmica de la Televisión Cubana renuncie a la función de entretener a la población, totalmente legítima y necesaria, pero para ello en modo alguno debería recurrirse a materiales que de manera clara e intencionada promuevan la indecencia y la criminalidad. Afortunadamente, a pesar de que cuantitativamente predomine lo malo y lo mediocre, en la actualidad es posible acceder a muchas películas de buena calidad entre las que escoger. De lo que se trata es de seleccionar bien, siempre, y cumplir la política cultural que supuestamente debe regir a la Televisión Cubana como institución pública, sin hacer concesiones al mal gusto y al deterioro ético de determinado segmento poblacional, por muy numeroso que este sea o pudiera llegar a ser.
Las personas tienen el derecho de ver malas películas, por las razones que sean. Para eso hoy existen los más diversos canales de distribución que ningún Estado puede pretender controlar. Pero una televisión pública no está para promoverlas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cinco preguntas dirigidas a Granma y Cubadebate sobre el caso de Alejandro Gil

La disyuntiva cubana

La primera misión médica internacionalista cubana no fue en Argelia, sino en Chile, tres años antes