Las colas y el pollo que me hacen pensar

Luego de cuatro desesperantes cola-intentos, recién hoy pude “alcanzar” el pollo de la discordia, en dos paquetes de 1.81 Kg cada uno, justo a tiempo para el Día de los Padres.

Aunque regresé contento a mi casa por el feliz resultado, siempre que me empato con estos paquetes “Product of U.S.A.” no puedo evitar que me atormenten ciertos pensamientos sobre los riesgos y el enorme costo económico y político para Cuba de estar permanentemente comprando pollo “in cash” al sancionador económico en jefe, Estados Unidos. ¿Realmente será imposible producir pollo en Cuba? ¿Realmente será imposible, en el cambiante mundo de hoy, encontrar inversionistas y empresas extranjeros que pudieran interesarse en producir pollo y huevos en Cuba a partir de políticas atractivas para la captación de capital extranjero? Pienso que incluso si tales empresarios extranjeros productores de alimentos no tuvieran que pagar ni un centavo por impuestos al Estado cubano, siempre sería más conveniente que estar siempre pagando en efectivo a exportadores estadounidenses. ¿Realmente resulta imposible ir destinando gradualmente a inversiones productivas en Cuba parte del dinero que hoy se gasta en importar pollo? ¿Habrá poderosos actores e intereses especiales creados en Cuba que bloquean el pensamiento estratégico en cuanto a la necesidad de realizar, de verdad, inversiones productivas decisivas para cambiar el deplorable estado del sector agropecuario cubano, y propiciar así que se pueda poner fin a la vocación importadora del pollo de Estados Unidos, el país cuyo gobierno nos agrede de manera implacable?

Agradezco precisiones y comentarios de quienes puedan saber del tema más que yo, que sé muy poco. Lo único que sé con certeza es que, además de tener que aguantar el bloqueo estadounidense, no me queda más remedio que tragarme el pollo “Product of U.S.A.”.

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