1. ¿En qué consisten los “graves errores” de Alejandro Gil? ¿Pudieran ser más específicos? 2. ¿Él pudo cometer esos "graves errores" de manera estrictamente individual, sin que nadie más en su entorno los notará en pleno desarrollo? 3. ¿Habrá, al menos, alguna "responsabilidad colateral" para otros que, en función de sus responsabilidades y cargos, y en su interacción con el ex Viceprimer Ministro y Ministro de Economía y Planificación pudieron o debieron notar tales "graves errores"? 4. ¿Se hará y publicará alguna encuesta imparcial para saber si realmente el pueblo se mantiene "firme al lado de su Partido y Gobierno"? 5. ¿Será posible que el ultrasacrificado pueblo cubano algún día pueda conocer, de manera oportuna y transparente, la situación patrimonial de los principales dirigentes, mediante declaraciones juradas y verificadas realizadas regularmente antes, durante y después del ejercicio de los
Aunque uno no comulgue con la línea editorial de El Toque , y mucho menos con los intereses políticos ocultos y no tan ocultos que existen detrás de ese medio, hay que reconocer que los responsables de la sección informativa sobre las tasas de cambio de las monedas en el mercado informal cubano se han esforzado por explicaruna y otra vez, con lujo de detalles, la metodología que aplican , consiguiendo así transmitir una imagen de rigor profesional, así como de una neutralidad política que, como bien sabemos, nunca existe de manera pura o absoluta en los actores y las relaciones sociales. De esa manera, El Toque se ha posicionado como la referencia indiscutible y única sobre la materia en cuestión, llenando el vacío que el Banco Central de Cuba (¿o la Oficina Nacional de Estadística e Información, tal vez, según se prefiera abordar el asunto?) ha sido incapaz de llenar, al menos hasta el momento. Si ahora aparece El Dato y sus anónimos creadores pretenden competir con El Toque , lo c
Los problemas de Cuba deben ser resueltos entre los cubanos de manera pacífica, civilizada y dialogante. Los actuales dirigentes deberían dar el ejemplo e iniciar de inmediato un proceso para oxigenar y transformar profundamente nuestro actual sistema político. Para quien todavía no parece haberse enterado, estamos transitando por la tercera década del siglo XXI. No se puede seguir haciendo política en Cuba dentro de un modelo esencialmente estalinista, importado de la inexistente Unión Soviética. Los cubanos necesitamos dotarnos, de una vez por todas, de un sistema político autóctono, basado en las mejores tradiciones mambisas y republicanas, radicalmente democrático y sustentado en el poder popular de verdad, que a la vez sería el valladar más eficaz frente a las injerencias imperiales presentes y futuras. Nuestros abuelos y padres hicieron la Revolución de 1959 para eso, aunque, lamentablemente, algunos lo fueron olvidando por el camino. Es momento de recuperar el ideal demo
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